martes, 28 de noviembre de 2017

Capítulo 2


Capítulo 2

 

Dentro de ese tren no viajaba mucha más gente, mi abuela y unas diez personas más. En aquella época los trenes eran muy lentos, pesados e incómodos. Los asientos estaban hechos de madera, no como los de ahora que son mullidos.   

 

     Mientras va de camino hacia Santander, su madre y su hermano siguen con su rutina diaria.

 

     Al fin, después de un largo viaje de mi abuela en ese tren tan incómodo, se reencuentra con su familia y, como era esperado, reciben la noticia con mucha ilusión.

 

     Después de visitar a su familia pasa el embarazo en Zamora con su marido, excepto el mes de agosto que vienen de vacaciones a Santander.

  

     En esas vacaciones lo pasan muy bien, iban a la playa, quedaban con la familia y acudían a todos los eventos de verano de Santander.

 

     Cuando termina el mes de agosto y tienen que volver a su casa de Zamora, lo hacen con mucha pena. Sobre todo, mi abuela, por tener que separarse de su madre, a la que seguramente echará de menos durante el embarazo.

 

Cuando van llegando las Navidades, mi abuela vuelve a viajar a Santander para dar a luz. Pasan la mitad de las Navidades sin noticias hasta que justamente el día antes de Nochevieja, es decir, 30 de diciembre, a las cinco y media de la mañana, da a luz en casa, sitio habitual de esa época.

  

     El parto transcurre sin ninguna anomalía y es una alegría para toda la familia al ser el primer nieto y primer sobrino. Durante las siguientes semanas mi abuela y su bebé siguen viviendo  en la casa familiar, hasta que viajan de nuevo a Zamora.

 

Allí transcurre el primer año de vida de mi padre. Su primer invierno, duro debido a las temperaturas de aquella época en Zamora (bastante más frías que ahora). La manera de calentarse entonces era con la cocina de carbón y el resto de la casa estaba mucho más fría.

 

Como consecuencia de la llegada de mi padre, a mis abuelos se les acaba el poder ocupar las tardes de invierno en el cine, ya que al encontrarse sin familia a la que recurrir no pueden ir juntos, aunque de vez en cuando mi abuelo seguía acudiendo a ver alguna película que le interesaba.

  

Cuando llega la primavera y el verano, comienzan a poder hacer más vida de calle y pasean con su bebé por las tardes.

 

En esos meses de primavera son visitados por los hermanos de mi abuelo, los cuales viven en Vitoria.

 

Por cuestiones de trabajo de mi abuelo se trasladan a vivir a Mataró (Barcelona) y allí permanecen hasta que mi padre tiene 4 años.

 

Se instalan de alquiler en una casa unifamiliar típicamente mediterránea, con planta baja y primera. En la planta baja vivía la familia propietaria, la cual tenía 2 hijos de edades similares a la de mi padre, y la primera planta es la que ocupan mis abuelos.

 

Cerca de la casa estaban las vías del tren del Mediterráneo y con solo cruzarlas se llegaba a la playa, por lo que a mi abuela aunque le dio mucha pena dejar Zamora y a las amistades que había hecho, sintió mucha alegría al llegar a un sitio con playa y con tanta luz,  ya que la recordaba mucho a Santander.

 

Según siempre nos contó mi abuela, allí se hace mucha vida en la calle, debido al tiempo de esa zona de España. Traban mucha relación con la familia propietaria, con la que durante décadas mantuvieron el contacto a través de cartas por correo postal, felicitándose por los cumpleaños y las Navidades.

 

Como la casa disponía de un pequeño jardín, mi padre jugaba allí con los niños de esa familia, y aún hoy tiene el recuerdo de que el mayor en algunas ocasiones le mordía en los papos, con el consiguiente disgusto para todos.

 

sábado, 4 de noviembre de 2017

Biografía de mi padre


Capítulo 1

 

     Mis abuelos paternos, Antonio y Angelines, se casan en la primera mitad del siglo XX, en la iglesia de Santa Lucía de Santander.
 
     Él era de Vitoria y mi abuela, de Santander. Como consecuencia del trabajo de mi abuelo, tienen que dejar atrás a su familia para acomodarse en la pequeña ciudad de Zamora.


     Viven allí días muy felices, a pesar de la distancia con su familia. ÉL, músico militar de profesión, acude todos los días a trabajar en la Banda de Música Militar, mientras que ella se dedica a atender su pequeño piso, situado en la calle Balborraz, y que tiene dos habitaciones pequeñas, una cocina, un baño y una pequeña sala parecida a los salones de ahora.


Se instalan en Zamora, llamada la “ciudad de las Iglesias”,  en el verano, por lo que pasan unos meses de bastante calor durante el día y más fresco por las noches.
 

     El calor de los días de verano lo combaten dando paseos por la orilla del río Duero, el cual pasa por la ciudad.
 

En cambio, los fines de semana, que disponen de más tiempo, disfrutan de las comidas al aire libre, es decir, se llevaban la comida y la bota de vino a la orilla del río para conseguir el frescor que en su pequeño piso no había, ya que, por supuesto, en aquellos años no existía el aire acondicionado y lo que se usaba eran abanicos y papeles para dar un poco de aire.
 

Así iban pasando los días de verano. Aunque el calor era en ocasiones insoportable, la ilusión de los recién casados y de la nueva vida iniciada lo hacía todo mucho más soportable.

 
    Cuando iban llegando los meses de otoño y viendo que la cosa se ponía más dura, en cuanto al tiempo se refiere, fueron cambiando la manera de ocupar el tiempo libre. Mi abuela las mañanas las seguía ocupando en los quehaceres de la casa a la vez que ya había hecho amistad con varias vecinas que eran jóvenes como ella y también esposas de militares del cuartel. Pero ya las tardes las pasaron a ocupar, después de la siesta de mi abuelo -una costumbre que tenía- en ir al cine, ya que eran unos grandes aficionados al séptimo arte.

  
     De esta manera, les llegó la gran noticia que estaban deseando que se cumpliera: mi abuela estaba embarazada del que sería su primer hijo, es decir, mi padre.

     A ellos les hizo mucha ilusión, ya que iba a ser su primer hijo. A las pocas semanas de enterarse, mi abuela marchó de Zamora hasta Santander para comunicarles la noticia a su madre y su hermano. Ella viajó en tren y mi abuelo se quedó en Zamora trabajando en el cuartel. Mi abuela estaba ansiosa de decirle a su familia que estaba embarazada, pero todavía tenía que esperar. Durante el trayecto en el tren iba pensando en cómo respondería su familia, si les haría ilusión, o tal vez no.

Bienvenidos a mi blog

Espero que os guste mi blog y gracias por pasaros.