domingo, 15 de abril de 2018

Capítulo 6


Capítulo 6

 

El espacio donde esta barriada fue construida estaba delimitado por un lado por la carretera general que salía de Burgos hacia Vitoria y Logroño y, por el otro, por la zona boscosa de la ribera del río Arlanza conocida como el Plantío.

 

 

Entre la zona de chalets de la barriada y el río, se había construido el campo de fútbol del Burgos C.F., llamado también El Plantío, nombre que aún perdura.

 
A continuación de la línea de edificios, en dirección Vitoria y Logroño, se habían construido dos residencias, una para oficiales y otra para suboficiales, y una grandísima y maravillosa ciudad deportiva militar.

 
Mi padre jamás había visto unas instalaciones deportivas como aquellas y quedó maravillado. Tenía superficies para practicar todo tipo de deporte, desde tenis a rugby, pasando por otras disciplinas; tenía también piscinas cubiertas y descubiertas. Es decir, sería algo así como nuestro Complejo de La Albericia, ahora llamado de “Ruth Beitia”, pero, además, tenía un hipódromo donde los veranos se hacía un concurso hípico internacional de saltos. También había una discoteca al aire libre para uso veraniego y un club social muy grande con bar-restaurante, salón de televisión, sala de juegos, sala de fiestas, etc.

 
En fin, un mundo de deporte, ocio y diversión que mi padre no había conocido nunca y del que disfrutó enormemente durante todos esos años que vivió allí.

 
Para hacer uso de esas instalaciones no era necesario ser militar, sino que podía usarlas personal civil, pero sí tenías que ser socio.

 
Mi padre pasó una infancia muy feliz en ese entorno, jugando con sus vecinos y amigos de la barriada y acudiendo también con ellos a la ciudad deportiva -“a la depor”, como la llamaban- generalmente los fines de semana a practicar algún deporte o jugar al ajedrez, cartas, etc.
 

Al igual que ellos, el compañero de mi abuelo, Santiago,   y su familia se trasladaron también a Burgos y una vez más acabaron siendo vecinos. Tuvieron la suerte de que los chalets que les adjudicaron a ambos estaban al lado y, como tenían los jardines pegados, aunque para llegar de uno a otro debían de dar una vuelta a la manzana, se les ocurrió abrir una puerta por los jardines y así evitaron tener que dar el rodeo.
 

La amistad era tan estrecha que terminaron siendo como de la familia, relación que mantuvieron hasta el fallecimiento, primero de Santiago y, años después, de Dora, en el pueblo de donde eran y en el que vivieron hasta sus últimos días, Castañares de  Rioja (La Rioja).
 

La última vez que estuvieron mis abuelos visitando a Dora, yo también fui, pero era muy pequeño, apenas tenía 1 año.
 

Cuando llegaba el mes de junio y se acercaban las fiestas mayores de San Pedro (29 de junio) y San Pablo, la casa se llenaba de gente, familia y amigos, que acudían a pasar las famosas fiestas de Burgos y a los toros.
 

Otra fecha en la que siempre iban familiares y amigos a pasar el día e incluso el fin de semana completo, era cuando jugaba el Racing contra el Burgos. No recuerda mi padre si en aquella época el Racing estaba en 1ª o en 2ª, pero sí que movía mucha gente.
 

De los años que vive en Burgos, mi padre  tiene muy buen recuerdo. Acudía al colegio y jugaba en el equipo de baloncesto (aún conserva un equipaje de entonces) y es allí donde entra en la etapa de la juventud y de decidir qué estudios cursar en su etapa de universitario.
 

Como seguían con la costumbre de venir a pasar el verano a Santander, mi padre tiene los amigos de aquí en verano y los del resto del año en Burgos. En su juventud, siempre iban los amigos de Santander a pasar las fiestas de San Pedro, las cuales las celebraban a lo grande, ya que coincidían con la finalización de las clases y siempre la liaban gorda.

 



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