martes, 29 de mayo de 2018

Capítulo 7


Capítulo 7

 

Cuando mi padre llega a Burgos “se le cae el alma a los pies”; siente una tremenda decepción, le defrauda la nueva ciudad a la que llega. No tiene nada que ver con la ciudad que deja atrás y de la que empieza a sentir añoranza de forma inmediata y de la que siempre tendrá un grato recuerdo.

 

Esa ciudad era para empezar de interior, no había mar-  algo que echaban mucho en falta- y tenía un clima continental con temperaturas extremas, lo que suponía unos inviernos muy duros. También determinaba su situación geográfica en la meseta castellana que el paisaje fuera llano y monótono, de colores ocres típicos de la zona.

 

En cuanto al ambiente de la ciudad, era austero, muy serio y tradicional,  típico del interior de España, habitada como se solía decir en aquella época, por “curas y militares” y poco más.

 

Tras conocer su nuevo colegio, la decepción que sintió fue, si cabe mayor, que la que le produjo la ciudad. La Salle de Tarragona se componía de dos edificios grandes, modernos y funcionales, unidos en ángulo recto, delimitando una finca grandísima donde se habían diseñado los patios para el recreo, canchas de balonmano, baloncesto y voleibol, hockey, etc. Por el contrario, La Salle de Burgos constaba de un solo edificio de bastantes más años, que se notaba antiguo, y los patios y canchas deportivas estaban reducidos a la mínima expresión.

 

Pese a todo ello, mi padre se adaptó bien a los cambios,   tuvo su pandilla con vecinos de la barriada militar, con los que  compartió el final de su etapa infantil y su etapa adolescente, y acabó siendo feliz en Burgos sacando partido a lo que la ciudad ofrecía.

 

 

 

Mientras iban pasando los años de adolescencia, mi tía Helen, es decir, la hermana de mi padre, también se iba haciendo mayor y se relacionaba con las niñas vecinas de su urbanización, de las que la mayoría iban a su mismo colegio que solo era de niñas.

 

En Burgos mi abuelo ya solamente trabajaba en la banda militar, por lo que tenía mucho más tiempo libre para disfrutar de la familia y las amistades que les visitaban.

 

Como ya he comentado en otro capítulo, la abuela de mi padre se fue a vivir con ellos y en Burgos también está con ellos hasta que al cabo de unos años vuelven a Santander.

 

A su vez, el tío de mi padre se ha casado y va formando su familia, por lo que en ocasiones la abuela Amalia también se viene a pasar algunos días con ellos aquí.

 

Por parte de ese tío, mi padre tiene 4 primos: 3 chicas y 1 chico. Hoy en día están casadas 2 primas y a su vez tienen hijas, pero quedan dos sin casarse y sin descendencia.

 

El tiempo va transcurriendo con la monotonía diaria, entre semana yendo al colegio y haciendo los deberes por las tardes. Mi padre fue buen estudiante y aprobó todos los cursos en junio, sin repetir nunca. Los fines de semana los pasaba jugando primero a fútbol y, más tarde, a baloncesto, con los equipos del colegio en el campeonato escolar y con la pandilla de amigos, en la ciudad deportiva o en el centro de Burgos, dando paseos y empezando a quedar ya con chicas.

 

Pero llega un momento en que tiene que decidir qué estudiar cuando termine el Bachillerato y haga el COU. Mi abuelo siempre quiso que estudiara la carrera militar (por una única, pero muy importante razón para él, que era que eso le aseguraría a mi padre su futuro laboral como funcionario militar), como finalmente harían tres de sus cuatro amigos,

 

aunque nunca presionó a mi padre, quien rechazó tajantemente esa opción y se inclinó por la Medicina, haciéndoselo saber así  a sus padres. Mi abuelo se sintió decepcionado, pero respetó la decisión de su hijo.

 

En cualquier caso, fuera cual fuera la decisión, tendría que salir fuera de Burgos porque en esa ciudad no había en aquel tiempo posibilidad de emprender ningún tipo de estudios superiores.

 

Ante eso, la opción fue estudiar Medicina en su ciudad natal, Santander, pero en aquellos tiempos la libertad de elección de centro universitario no existía. Cada alumno debía emprender sus estudios obligatoriamente dentro del llamado  ”distrito universitario” donde había cursado el COU, permitiéndose escasísimas excepciones y siempre por razones de fuerza mayor.

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